Lecciones del apóstol Pablo

En varias de sus cartas, vemos al apóstol Pablo pidiendo fondos para la iglesia de Jerusalén (Romanos 15: 25-28; 1 Corintios 16: 1-4; 2 Corintios 8, 9). De hecho, traer la ofrenda de la iglesia de Antioquía a Jerusalén fue uno de los primeros actos del ministerio de Pablo (Hechos 11: 30). Más tarde organizó esfuerzos similares entre las iglesias de Macedonia y Acaya (Romanos 15: 25-28). Primera y Segunda de Corintios reflejan su anhelo de reclutarlos en esta iniciativa de dar (1 Corintios 16: 1-4; 2 Corintios 8, 9).

Los llamados de Pablo no eran nuevos dentro de la iglesia primitiva; sin embargo, hoy tienen un significado especial para nosotros. Su contexto era el de una crisis global, y el enfoque de Pablo ofrece una guía para el liderazgo en circunstancias difíciles.[1] Elena G. de White escribió que “en su primera carta a la iglesia de Corinto, Pablo instruyó a los creyentes respecto a los principios generales sobre los cuales se funda el sostenimiento de la obra de Dios en la tierra”.[2] Estos explican nuestro interés en el esfuerzo y las instrucciones de Pablo con respecto a la colecta para Jerusalén. Esperamos descubrir algunos consejos para instruir a los miembros de la iglesia sobre cómo dar hoy.

La crisis global

La primera colecta en la que participó Pablo fue en respuesta a la predicción del profeta Agabo de una hambruna global (en todo el Imperio romano) (Hechos 11: 27-30).[3] Históricamente, podemos situar estos hechos en los años 46-54 d.C., durante el reinado de Claudio. Esta hambruna está bien documentada en muchas fuentes. Daryn Graham, un experto en las reacciones y respuestas a los desastres naturales en todo el Imperio romano, ha encontrado una amplia evidencia de la hambruna en los papiros y los escritos del historiador romano Plinio.[4] Establece que el río Nilo en Egipto, la principal fuente de alimento para el imperio, había experimentado un aumento sin precedentes en el nivel del agua en el año 45 d.C., lo que resultó en una mala cosecha en Egipto y en todo el imperio. Esto se vio agravado por las condiciones de sequía en Siria y Judea en el año 46 d.C., los otros dos graneros del imperio. Los artefactos arqueológicos revelan que la situación se resolvió en el año 65 d.C., mucho más allá del reinado de Claudio.

Dos pasajes de Pablo testifican de una crisis duradera más allá del reinado de Claudio (46-54 d.C.). En su primera Carta a los Corintios (alrededor del año 55 d.C.), Pablo menciona la “crisis actual” y aconseja a los creyentes que no gasten recursos en el matrimonio (1 Corintios 7: 26). En su Segunda Carta a los Corintios (cerca del año 56-57 d.C.), describe a Macedonia como “también sometida a pruebas severas” (2 Corintios 8: 2). El contexto revela que se refería a los desafíos económicos que enfrentaban. Por lo tanto, los llamados de Pablo a los pobres de Jerusalén estaban dirigidos a los creyentes que ellos mismos no disfrutaban de la prosperidad financiera. En un contexto económico tan difícil, ¿cómo presentó Pablo sus llamados para convencer a los afectados por la crisis a que participaran?

Los llamados de Pablo destacan el principio de que debemos animar e instruir a los miembros de la iglesia a dar incluso en tiempos de crisis. Reflexionando sobre el perfil de los destinatarios de los llamados de Pablo, Stenschke, un erudito del Nuevo Testamento y de la iglesia primitiva, observa que “la caridad cristiana no es solo un proyecto de mejora de estatus para los miembros ricos de la clase alta y que no preocupa a otros cristianos”.[5]

Argumentos de Pablo

En medio de la crisis global, Pablo presentó, entre otros argumentos, la participación en la colecta como un acto de caridad, un medio para fomentar la unidad y como un principio de intercambio.

Actos de caridad

Pablo se refiere a la acción como el envío de “ayuda” y define a los destinatarios como los “pobres” (Hechos 11: 29; Romanos 15: 26). Los actos de caridad ya eran comunes en la iglesia primitiva (Hechos 2: 44, 45), pero el llamado de Pablo fue único y revolucionario. Introdujo la noción de caridad translocal. Durante esos días, los miembros de la iglesia a menudo empleaban fondos a nivel local para ayudar a los necesitados de la comunidad, lo que a menudo resultaba en reconocimiento y honor públicos.[6] El libro de los Hechos da testimonio de esa realidad: “José, a quien los apóstoles pusieron por sobrenombre Bernabé, levita, natural de Chipre” (Hechos 4: 36); “Tabita de Jope, cuyo nombre griego era Dorcas” (Hechos 9: 36); y “Cornelio, un centurión de la compañía la italiana”, fueron presentados y honrados como benefactores de sus comunidades locales.

En contraste, Pablo invitó a los creyentes fuera de Judea a dar a personas que no conocían, que probablemente nunca conocerían y que no tendrían oportunidad de corresponderles o incluso de expresarles gratitud. Pablo estaba introduciendo el concepto de solidaridad entre iglesias, de dar más allá de las fronteras.

Durante una crisis, más que en otras ocasiones, el interés propio desmedido, la búsqueda de la propia seguridad y beneficio, pasa fácilmente a primer plano. Los llamados de Pablo nos invitan a resistir esta inclinación natural y señalan la importancia de la donación global como un ideal cristiano.

Fomentar la unidad

Estrechamente asociado con el concepto de caridad translocal, Pablo sostiene que la colecta está destinada a fomentar la unidad.[7] Stenschke ve estos llamados como una “declaración contra el antiguo anti judaísmo que prevalecía en el Imperio”. El Nuevo Testamento testifica regularmente sobre la tensión entre cristianos de origen judío y otros. En contraste, esta colecta afirmaba la unidad de los cristianos de diferentes orígenes culturales y étnicos. Además del elemento transcultural, tenía como objetivo cerrar la brecha entre los pobres y los ricos en la iglesia de Dios. Leemos en 2 Corintios 8: 14 que “haya igualdad”. La palabra “isótēs”, traducida como “igualdad”, transmite la idea de equidad, justicia, de lo que es equitativo.[8] Ogereau, un investigador del Nuevo Testamento, explica que no se trata de una “igualación exacta” sino de una invitación a “lograr una igualdad relativa y proporcional restaurando un cierto equilibrio entre la necesidad y el excedente”.[9] Fue una demostración de unidad más allá de las palabras.

El uso de la palabra “koinonia” para esta donación (2 Corintios 8: 4; 9: 13; Romanos 15: 26) refuerza el argumento de Pablo acerca de su función unificadora. Transmite la idea de “compañerismo, asociación, comunidad, comunión, participación conjunta, contacto”.[10] La participación en la colecta fue una expresión de colaboración entre los creyentes. Según Ogereau, “la colecta tenía como objetivo establecer un nuevo orden de igualdad socioeconómica y solidaridad entre las comunidades emergentes que creían en Cristo, tanto a nivel local como global, y a través de las divisiones socioculturales y étnicas”.[11]

La crisis brinda una oportunidad adicional para que la iglesia de Dios fortalezca el vínculo de unidad. Tenemos una aplicación actual de este principio en la decisión de la División Intereuropea de invitar a las uniones menos afectadas financieramente durante el COVID para ayudar a las uniones más gravemente afectadas.[12]

El principio de intercambio

Otro argumento presentado por Pablo para la colecta es el principio de intercambio: aquellos que han recibido bendiciones espirituales deben corresponder compartiendo sus bendiciones materiales (Romanos 15: 27). Pablo usa el mismo razonamiento para justificar el apoyo financiero que aquellos que predican el evangelio tienen derecho a recibir (1 Corintios 9: 7-14). Siguiendo el mismo razonamiento, Abraham, después de recibir las bendiciones de Melquisedec, y no antes, dio un décimo (diezmo) de su botín de guerra al sacerdote de Salem (Génesis 14: 18).

Curiosamente, el principio de intercambio se basa tanto en la idea de obligación-deuda de los dadores como en un motivo voluntario, una acción que “agrada” a los dadores (Romanos 15: 26-27). La buena voluntad y el deber se combinan en una misma acción.

La crisis actual, la pandemia del COVID-19, ha provocado, en muchos lugares, una caída más significativa de las ofrendas que del diezmo. Una posible explicación podría ser el malentendido o la ignorancia de que el principio de intercambio se aplica tanto al diezmo como a las ofrendas. Existe una concepción predominante de que la ofrenda es únicamente un acto voluntario sin obligación para el creyente. Un énfasis renovado en la amplitud del principio de intercambio posiblemente corregiría la caída desproporcionada de las ofrendas.

Enfoque práctico de Pablo

Tres estrategias de Pablo merecen nuestra atención: el respeto por el dador, la provisión de ánimo y la eliminación de posibles obstáculos.

Respetando al donante

Aunque convencido de la necesidad de la colecta, Pablo se abstuvo de la coacción. Habló de que los macedonios participaban “enteramente por su cuenta” (2 Corintios 8: 4), e invitó a los creyentes de Corinto a dar “como propuso en su corazón: no con tristeza ni por obligación” (2 Corintios 9: 7) y no “dado de mala gana” (2 Corintios 9: 5).

Además, como muestra de respeto a la condición individual de cada participante, Pablo no estableció una cantidad fija, ni siquiera una cantidad mínima, que cada participante debía aportar. Lo dejó a discreción de cada participante (2 Corintios 8: 12). En cambio, invitó a los creyentes a usar sus ingresos personales como punto de referencia para establecer cuánto deberían dar: “Aparten una suma de dinero de acuerdo con sus ingresos”. Sin embargo, dar generosamente fue valorado y elogiado (2 Corintios 9: 11, 13). Para evitar una presión indebida en el momento de la recolecta, los animó a planificar sus ofrendas con anticipación y a dar con regularidad (1 Corintios 16: 2).

Durante una crisis financiera, los llamados para dar pueden fácilmente percibirse como una presión, lo que resulta en resistencia y retraimiento. Pablo hace todo lo posible para evitar tal resultado. El concepto de donación proporcional decidida únicamente por el donante, no una cantidad fija o mínima, sería muy relevante en la actualidad. Además, enseñar los principios de planificar con anticipación y ser sistemático, no dar a último momento, puede ayudar a muchos a materializar lo que se han propuesto dar en su corazón.

Proporcionar aliento

El aliento de Pablo a sus lectores fue bastante extenso. Emplea la palabra “charis” no menos de ocho veces para hablar sobre el privilegio de participar en la colecta, o cómo Dios permite a los creyentes dar (2 Corintios 8.1, 4, 6-7, 9, 19; 9: 8, 14; cf. 1 Corintios 16: 3). Elena G. de White habla de los macedonios como “movidos por el Espíritu”.[13] El poder de dar viene de Aquel que nos invita a dar. Una vez que el creyente se consagra a Dios, la propensión a dar surge naturalmente (2 Corintios 8: 5). Fueron transformados a la imagen del Divino Dador.

Pablo profundiza en la recompensa que le espera al que da (2 Corintios 9: 6). En su opinión, “la generosidad es tan beneficiosa para el que da como para el que recibe”.[14] Nunca pasa desapercibido a los ojos de Dios. Pablo usa la expresión “pasan autarkeia echontes”, traducida como “teniendo siempre en todas las cosas todo lo necesario”, para describir el beneficio de participar en dar (2 Corintios 9: 8). La palabra “autarkeia”, traducida como “lo necesario”, captura tanto la idea de suficiencia como de contentamiento.[15] Se satisfacen las necesidades del dador y el dador se contenta con su condición. Esto representa una condición deseable durante una época marcada por la escasez de recursos.

También señala el ejemplo dado por Cristo, quien se ofreció a sí mismo por los necesitados espiritualmente (2 Corintios 8: 9). Los creyentes están llamados a emular el mismo espíritu que estaba en Cristo: dar es ser semejante a Cristo.

Eliminar obstáculos

En el ejercicio de su ministerio y el esfuerzo de la colecta, algunos miembros habían planteado dudas sobre la integridad de Pablo.[16] Como respuesta, Pablo aborda enérgicamente el problema a través de palabras tranquilizadoras y acciones concretas. Era plenamente consciente de que “una mala gestión accidental de las ofrendas dañaría su reputación como líder espiritual y daría credibilidad a las acusaciones que los falsos apóstoles levantaron contra él”.[17] En una declaración, afirma: “Antes bien renunciamos a lo oculto y vergonzoso, no andando con astucia, ni adulterando la palabra de Dios. Por el contrario, manifestando la verdad, nos recomendamos, delante de Dios, a toda conciencia humana” (2 Corintios 4: 2). Además, Pablo puso en práctica medidas restrictivas para él y los demás para mantener la más alta confianza con respecto al manejo de la colecta: “Y cuando haya llegado, enviaré a quienes vosotros hayáis designado por carta para que lleven vuestro donativo a Jerusalén. Y si es conveniente que yo también vaya, irán conmigo” (1 Corintios 16: 3-4).

Se sabe que los tiempos de crisis son tiempos de mayores sospechas, noticias falsas y teorías de conspiración. Esta asociación está más allá de nuestro alcance; sin embargo, los esfuerzos de Pablo por mantener y construir credibilidad son muy instructivos. Nuestro tiempo actual no es el momento de esconder el tema de la confianza personal e institucional bajo la alfombra.

Conclusión

El ministerio de animar a los miembros a asociarse juntos y con Dios es uno que debe suceder a tiempo y fuera de tiempo. Pablo aceptó el desafío durante una época de crisis mundial y podemos aprender mucho de su práctica. No subestimemos el poder convincente de la gracia de Dios en ningún momento: “Casi todos los creyentes macedonios eran pobres en bienes de este mundo, pero sus corazones rebosaban de amor a Dios y a su verdad, y daban alegremente para el financiamiento del evangelio”.[18]

Aniel Barbe


[1] C. W. Stenschke, “The leadership challenges of Paul’s collection for the saints in Jerusalem: Part I: Overcoming the obstacles on the side of the Gentile Christian donors”, Verbum et Ecclesia 36, no. 1 (2015): Art. #1406, 14 pages. http://dx.doi. org/10.4102/ve.v36i1.1406, p. 2.

[2] Elena G. de White, Los hechos de los apóstoles, p. 249.

[3] Downs, D. J. (2006). Paul's collection and the book of acts revisited. New Testament Studies, 52(1), 50. David J. Downs, pp 50-70.DOI:10.1017/S0028688506000038; http://journals.cambridge.org/

[4] Drayn Graham (2020), “The Genesis of the Jerusalem Donation”, Themelios, An International Journal for Students of Theological and Religious Studies, Vol. 45, Issue 1 (April 2020) Retrieved from https://www.thegospelcoalition.org/themelios/article/the-genesis-of-the-jerusalem-donation/ (pp.62-64).

[5] Stenschke, p. 6.

[6] Stenschke, p. 3.

[7] Ibíd.

[8] THAYER'S GREEK LEXICON, Electronic Database. Copyright © 2002, 2003, 2006, 2011 by Biblesoft, Inc.

[9] Julien Ogereau, “The Jerusalem collection as Koivwvíα: Paul’s global politics of socio-economic equality and solidarity”, New Testament Studies, Vol. 58, Issue 3 (2012) pp. 360-378; http://dx.doi.org/10.1017/S0028688512000033.365-366).

[10] THAYER'S GREEK LEXICON

[11] Ogereau, p. 362.

[12] “EUD Tithe Solidarity Fund”, Inter European Division of the General Conference of the Seventh-day Adventist Church, vote #2066, November 2020, Berne, Switzerland.

[13] White, p. 254.

[14] Graham, p. 72.

[15] THAYER'S GREEK LEXICON

[16] “Paul's Collection for the Poor in the Church at Jerusalem”, Oxford Biblical Studies Online, Paul B. Duff, The George Washington University. Retrieved from https://global.oup.com/obso/focus/focus_on_paul_collection/.

[17] A. M. Rodriguez, Stewardship Roots (Silver Spring, Maryland: Stewardship Ministries, Department of Church Ministries, General Conference of Seventh-day Adventists, 1994), p. 91.

[18] Elena G. de White, Los hechos de los apóstoles, p. 254.

Pull Quotes

Pablo invitó a los creyentes fuera de Judea a dar a personas que no conocían, que probablemente nunca conocerían y que no tendrían oportunidad de corresponderles o incluso de expresarles gratitud.

El ministerio de animar a los miembros a asociarse juntos y con Dios es uno que debe suceder a tiempo y fuera de tiempo.