La colmena involucra a todos

Alrededor de 1876, Elena G. de White tuvo un sueño notable sobre un enfoque integral del ministerio en San Francisco y sus alrededores, que se hizo realidad casi tres décadas después.

Aunque esa zona incluye el Silicon Valley actual, la naturaleza de estas “empresas emergentes” era muy diferente en aquel entonces. Se trataba del cuidado de la salud natural, cocina culinaria innovadora e impacto social y espiritual. Estos dueños de negocios se esforzaban por resolver los problemas más apremiantes del mundo y mostraban a todos, de manera práctica, que Dios es amor. La señora White llamó colmena a esta red de empresas misionales.[1]

No solo los pastores, sino todos los miembros de la comunidad de fe estaban involucrados. Algunos ayudaban a los pobres, cuidaban a los enfermos o buscaban hogares para los huérfanos y trabajo para los desempleados. Otros dirigían restaurantes vegetarianos, tiendas naturistas, centros de tratamiento, centros de salud, escuelas y guarderías. Ayudaban a los inmigrantes exhaustos que llegaban en barco a los grandes puertos del norte de California. Tenían centros por toda la ciudad, especialmente en el centro de la ciudad en Market Street. Los adventistas se hicieron conocidos por su benevolencia en San Francisco.

Con esta influencia continuamente positiva de actos desinteresados y bondad genuina hacia todas las clases de la sociedad, ganaron su confianza y generaron tanto interés que la gente quería saber más sobre los valores que los hacían vivir un estilo de vida tan feliz y amable. Entonces, cuando los pastores vinieron a dirigir reuniones en el Área de la Bahía, la respuesta de las personas que vinieron a escuchar lo que los adventistas tenían que decir fue abrumadora. El mensaje fue compartido de una manera muy efectiva. ¿No es hermoso? Este modelo de colmena representaba un enfoque empresarial colaborativo para el ministerio, involucrando todos los talentos al servicio de Dios y la humanidad.

La ciudad de Nueva York como ejemplo

En realidad, el Área de la Bahía no fue la única ubicación de la colmena. Elena G. de White alentó a los líderes de la iglesia a tomar este concepto de ministerio integral y aplicarlo a la ciudad de Nueva York, para permitir que se convirtiera en un símbolo de lo que se necesita hacer en cada ciudad del mundo. ¿Y sabes cómo se suponía que iban a llegar a esta ciudad? A través del espíritu empresarial misional.[2] Un restaurante vegetariano no era suficiente. ¡Ella pidió una cadena de restaurantes, una especie de franquicia, para llegar a esa gran ciudad! ¡También se necesitaban clínicas, sanatorios y hospitales, negocios de fabricación de alimentos saludables y clases de cocina! Tenía que ser sostenible y eficaz. Ella predijo un movimiento sin precedentes, si la escuchaban e implementaban el modelo de colmena.[3]

Pero descuidamos esta obra

Antes de morir en 1915, Elena G. de White debe haber estado bastante decepcionada por la lenta adopción de esta obra. Durante los últimos veinte años de su vida, había repetido una y otra vez que el modelo de colmena, el espíritu empresarial misional sostenible, debía realizarse correctamente y llevarse a otras ciudades de América del Norte y más allá.

Pero la mayoría de las iglesias se concentraron en esfuerzos evangelísticos tradicionales a corto plazo con resultados rápidos. Enviaron volantes, pidieron a la gente que los distribuyera en su tiempo libre y organizaron reuniones. Pocos se bautizaron. Luego, la obra se volvía a descuidar durante meses o años hasta que se organizaba una campaña posterior. No fue sostenible ni eficaz, y no tuvo una influencia a largo plazo en la ciudad.

La cofundadora de nuestra iglesia se mantuvo persistente. Escribió cartas, publicó artículos e hizo un llamado a los presidentes de la Asociación General para que se enfocaran en el trabajo misionero a través del espíritu empresarial.[4] Se escribieron o compilaron libros completos sobre diferentes modelos de negocios misionales que podrían usarse para llegar a las personas.[5] Bajo su guía, se inició la primera universidad en capacitar a los laicos para que se conviertan en empresarios misionales, llamada Madison College. Ella los instó a involucrar a todos los miembros de la iglesia en lugar de contar solo con los pastores. Muchos adventistas solo hablaban y no trabajaban.[6] Dios no podía derramar su Espíritu.

Nueve años antes de su muerte, retomó ese sueño de colmena nuevamente. Ella dijo: “¡Trabajemos las ciudades!”, y se refirió al espíritu empresarial misional.[7] “La obra de Dios en este mundo no podrá terminarse hasta que los hombres y mujeres que componen la feligresía de nuestra iglesia se interesen en la obra y unan sus esfuerzos con los de los ministros y los dirigentes de la iglesia”.[8] Y en 1910, dijo que se necesitaba un cambio decidido de los métodos pasados.

Retomémoslo

Han pasado más de cien años. Pero ahora es el momento. Un estudio reciente de la Universidad de Phoenix notó que el 63% de los jóvenes menores de treinta años quieren iniciar sus propios negocios, si aún no lo han hecho. Y los estudios muestran que prefieren renunciar a salarios más altos para trabajar en un lugar donde puedan vivir sus valores y combinar su pasión con su profesión. Ahora es el momento. Estamos llamados a ser abejas ocupadas para el reino de Dios y servir a las personas en nuestras ciudades con creatividad, amor e integridad.

Y es por eso que fundamos Hyve. Nuestra visión es establecer una red colmena de emprendimientos comerciales adventistas en todas las ciudades del mundo. Queremos revivir el sueño olvidado y terminar lo que se inició en San Francisco y Nueva York hace tanto tiempo.

Imagina tener una colmena en tu ciudad. Restaurantes, clínicas, talleres mecánicos, firmas de contabilidad, panaderías, granjeros, diseñadores, desarrolladores, plomeros, pintores, tiendas de música, agencias de empleo de propiedad adventista, lo que sea. ¡Todos trabajando juntos para llegar a la ciudad con las buenas nuevas del pronto regreso de Cristo! ¡Estás llamado a formar parte de este gran movimiento!

“A todo aquel que llega a ser partícipe de su gracia, el Señor le asigna una obra que hacer a favor de los demás. Cada cual ha de ocupar su puesto, diciendo: “Heme aquí, envíame a mí” (Isaías 6: 8). Al ministro de la palabra, al enfermero misionero, al médico creyente, al cristiano, sea negociante o agricultor, profesional o mecánico, a todos nos incumbe la responsabilidad. Es nuestra tarea revelar a los hombres el evangelio de salvación. Toda empresa en que nos empeñemos debe servirnos de medio para dicho fin”.[9]


[1] Ellen G. White, “Note of Travel—No. 3: The Judgments of God on Our Cities”, Review and Herald 83, no 27 (1906), p. 8.

[2] Véase Elena G. de White, Testimonios para la iglesia, t. 7 (Bogotá, Colombia: APIA, 1998), pp. 54, 55. La hermana White aclara que existe la necesidad de llegar a la ciudad y que un restaurante vegetariano no es suficiente. Necesitaban hacer una franquicia y abrir centros de tratamiento y escuelas de cocina también. Aquí también se mencionan otras ciudades como San Diego.

[3] Para más detalles, lea su carta de 1909 titulada “Brethren” (9 de junio de 1909). “Cuando las ciudades sean trabajadas como Dios quiere [el modelo de colmena], el resultado será la puesta en operación de un movimiento poderoso como el que aún no hemos presenciado. Dios llama a hombres abnegados, convertidos a la verdad, para que su luz brille en rayos claros y distintos”.

[4] Para una mejor comprensión de lo que sucedió en los años 1909 y 1910, recomendamos la biografía de Arthur L. White sobre Elena G. de White: The Later Elmshaven Years: 1905-1915, vol. 6 (Hagerstown, MD: Review and Herald Pub. Assn., 1982), pp. 219-230.

[5] Algunos ejemplos son publicaciones como Health Food Ministry, Medical Ministry, y Testimonios para la iglesia, tomo 7.

[6] Esto está tomado de The Review and Herald, 21 de julio de 1896, pp. 449, 450. Ella tituló su artículo “Why the Lord Waits”, y nos instó a consagrarnos plenamente a Dios. Entonces nuestra fe se manifestará en las obras, y llegaremos a las ciudades.

[7] En 1906, sus “Notes of Travel–No. 3” se publicaron en The Review and Herald el 5 de julio. La urgencia de estos párrafos no tiene paralelo.

[8] Testimonios para la iglesia, t. 9 (Bogotá, Colombia: APIA, 1998), p. 95.

[9] Elena G. de White, El ministerio de curación (Bogotá, Colombia: APIA, 2012), p. 89.

Jesse Zwiker

Jesse Zwiker, nacido en Suiza, comenzó su carrera como misionero en Honduras a la edad de diecinueve años y cofundó VIDA International. Allí, reconoció el poder del espíritu empresarial en el contexto del ministerio y luego fundó varias empresas en el sector con y sin fines de lucro, incluido Crosslingo. Es el presidente de Hyve, una comunidad adventista mundial de emprendedores misionales, donde comparte su pasión por combinar la fe y el espíritu empresarial. Vive en Chattanooga, EE. UU., junto con su bella esposa y sus dos hijos.